Revuelta, 1943
[..] "Permaneció tendido en el suelo, expuesto a las balas de los rifles y ametralladoras que desgarraban la tierra a su alrededor, y de nuevo otros brazos lo ayudaron a levantarse.
Y a medida que sus salvadores invisibles caían abatidos por las balas, Setrakian corrió hasta quedar exánime, y entonces empezó a llorar... pues aunque Dios estuviera ausente, él había encontrado al hombre. Al hombre asesino del hombre, pero también al hombre como salvador del hombre; horrores y bendiciones entregados por manos anónimas."[...]
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